domingo, 13 de febrero de 2011

El mecanismo de la investigación científica. Lectura Nº5

El conocimiento siempre se inicia a partir de los hechos, a partir de la observación de los mismos, ésta es la primera etapa de la investigación.
Cualquier observación es ya en sí misma un principio de análisis, lleva consigo una selección, comparaciones, deducciones, etc.
La tarea de la investigación científica consiste en descubrir, tras la apariencia de los fenómenos, su verdadera esencia, en comprender la relación interna que existe entre ellos y conocer las leyes de su nacimiento y desarrollo.
Una vez hecho esto es necesario encajar los resultados obtenidos en un esquema coherente, en una visión[1], en el cual se puedan llenar las lagunas de la investigación con supuestos hipotéticos más o menos justificados.
La segunda etapa del trabajo científico consiste en formular una hipótesis que explique el conjunto de los hechos de forma lógica y coherente. En esta segunda etapa es fundamental la fantasía, es decir, la capacidad del pensamiento para crear mentalmente imágenes subjetivas distintas de aquellas observadas en la realidad, así como la intuición, gracias a la cual el pensamiento analiza únicamente las versiones mentales, fantásticas, más verosímiles o más racionales.
La tercera etapa del trabajo científico consiste en comprobar que las hipótesis formuladas corresponden a la realidad de los hechos.
La rigurosa comprobación de las hipótesis, bien mediante observaciones posteriores, bien mediante todo tipo de experimentos, constituye el trabajo de esta etapa.
Un fuerte espíritu crítico y autocrítico es la cualidad esencial requerida en esta etapa del trabajo científico.
La cuarta y última etapa consiste en modificar o sustituir las hipótesis anteriormente formuladas con los resultados de la comprobación realizada anteriormente.

La elaboración teórica, conceptualización de los fenómenos y formulación de relaciones hipotéticas verificables, y la observación de los hechos, análisis, se complementan mutuamente, pero no coinciden, y ninguna de ellas puede sustituir a la otra. La ciencia nunca puede reducirse a la pura teoría abstracta, ni a la pura investigación empírica.
Es importante señalar también que los hechos siempre constituyen la base de una elaboración teórica, pero el hombre, en el momento de iniciar una investigación, y mucho antes de que se haya iniciado la formulación teórica, posee un bagaje de conocimientos y observaciones empíricas, constituido de forma más o menos espontánea.
El hecho de dedicarse a una investigación concreta presupone ya un cierto interés teórico, el plantearse un problema constituye una suposición primaria y por tanto una primera formulación teórica que es la que inicia la verdadera investigación, consciente y razonada.
El trabajo de un estudioso aislado está siempre integrado en el seno de la actividad investigadora colectiva, social, humana. En efecto, el investigador individual, para su trabajo, utiliza no sólo los hechos observados, descubiertos y analizados por él mismo, sino también los hechos observados por otros. Lo mismo hace con las hipótesis formuladas por otros investigadores (…).
De todas estas características del proceso de conocimiento se derivan dos importantes consecuencias de orden práctico.
La condición esencial para poder utilizar los resultados de las investigaciones hechas por otros es que por nuestra parte hayamos ya iniciado una elaboración propia. Precisamente por esta razón las instituciones encargadas de preparar a las generaciones intelectuales futuras deberían tener como objeto enseñar a los jóvenes a pensar y dejarse de abotargar su mente con hechos y nociones.
La segunda consecuencia se deriva del hecho de que no sólo las concepciones y las ideas evolucionan históricamente, sino que también lo hacen los conceptos que las expresan. Por ello, todo investigador debe crear por sí mismo el aparato conceptual que necesita.

Así pues:
Toda ciencia tiene un objeto de investigación concreto; utiliza un determinado método de investigación y potencia una determinada visión de la realidad.


[1] Denominación de Schumpeter.

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